Intervención del Dr. Francisco Tudela, en el Congreso de la República.
"Estamos confrontados frente a un hecho que es meta jurídico: una amnistía va más allá de la aplicación de la ley. La Ley ha sido ya aplicada. El castigo ya ha sido dado; sin embargo, por una decisión política se revierte el orden de los factores dentro de un país y se da más importancia a una decisión del Congreso. Porque lo que se busca es un bien general que trasciende la justicia particular que se aplica a cada uno de los individuos que han delinquido de manera horrible. De tal manera que, de un lado, tenemos la justicia particular que se aplica a personas individuales y, de otro lado, tenemos el interés colectivo, un interés que es la paz de la Nación.
Se debe hacer también una diferencia cualitativa al juzgar a las personas. Es diferente juzgar a aquellos que iniciaron la guerra civil actual y no me refiero únicamente a terroristas materiales sino, también a terroristas intelectuales; y aquellos que aún habiendo cometido un crimen horrible estaban defendiendo a su Nación de manera totalmente equivocada y censurable, pero mal que bien estaban tratando de defender a su colectividad. Estos últimos no estaban atacando a su colectividad, no habían iniciado la guerra civil, no estaban llevando a cabo acciones de carácter terrorista. Es verdad que el error es profundo y el crimen permanece; sin embargo, hay una diferencia cualitativa entre el terrorista y aquel que defendiendo su colectividad se equivoca profundamente.
Se contraponen aquellos delitos a otros que parecen pecados veniales. Al respecto, quisiera hacer algunas reflexiones sobre la infidencia. Conozco al general Mauricio. He tenido la oportunidad de coincidir un par de veces con él. Tengo una alta opinión de él. Una alta opinión además de su capacidad profesional como tal. Sin embargo, a pesar de tener aprecio al general Mauricio, yo sí creo que él se equivocó. Creo que revelar criterios estratégicos de un país -no necesariamente posiciones precisas en el mapa- durante un conflicto, es revelar inteligencia que puede no ser necesariamente decisiva. ¡Pero que es inteligencia, sí es inteligencia que no debe ser conocida!.
El pase a retiro de un oficial superior de las Fuerzas Armadas, que ha desempeñado los máximos cargos en las Fuerzas Armadas, no lo exonera de guardar el secreto respecto a los asuntos profesionales que le compete; de la misa manera que el médico, el día de su jubilación, no empieza a revelar las enfermedades de sus pacientes; el sacerdote, el día que cuelga los hábitos, tampoco queda librado del secreto de confesión, no puede contar y revelar lo que sus parroquianos le han dicho. Estamos confrontados frente a un hecho que, dada la situación de conflicto con el Ecuador, era un hecho grave, y estamos frente a un caso de infidencia que en cualquier otra profesión, permanecería exactamente igual y sería igualmente censurable.
En el caso del 13 de noviembre, delito de sedición, ocurre algo similar; es decir las cosas no son tan claras. En primer lugar, el golpe de Estado del 13 de noviembre se estaba haciendo nueve días antes de las elecciones al Congreso, de acuerdo a un cronograma acordado con la Organización de Estados Americanos y dentro de un proceso de regreso a la democracia. Es evidente que no satisfizo a todo el mundo; sin embargo, era un proceso acordado, que tenía el respaldo de la comunidad interamericana. Tal golpe de Estado hubiese sido destructivo para la estabilidad del país, Se habla también de la intención del golpe de Estado: restaurar. ¿Restaurar que?. En un acto metaconstitucional y metajurídico, como es un intento de golpe de Estado ¿qué nos garantiza que el supuesto restaurador no busca en realidad instaurarse a sí mismo como el jefe de otra dictadura?.
Suponer que existe un mecanismo jurídico de regreso al orden constitucional a través del golpe de Estado, es una ficción. Esta ficción ha estado contenida en diversas constituciones del mundo, pero fue originada en la Constitución francesa de 1793. Naturalmente, el mismo Estado Revolucionario Francés comprendió que al poner el derecho de insurgencia en su Constitución, amenazaba la misma estabilidad de la Revolución. En ese sentido, el mismo Gobierno Revolucionario francés suprimió el derecho de insurgencia ¡que nunca más ha vuelto a aparecer en ninguna de las doce constituciones subsiguientes que Francia ha tenido! Porque no hay garantía alguna que un golpe de Estado que se dice a sí mismo restaurador no sea en realidad instaurador de otra dictadura.
En el Perú había un bien objetivo racional, garantizado por la comunidad interamericana ; las elecciones del 22 de noviembre. De tal manera que hacer aparecer estas acciones como pecados veniales, leves faltas de cortesía, en fin, no saludar a una dama o algo por el estilo, es francamente inadmisible.
Chirinos Soto ha mencionado que hay países que han dado amnistía. ¡La amnistía no es el olvido! Nunca olvidaremos históricamente ni moralmente; pero podemos olvidar políticamente para que haya paz en el país. En España murieron un millón de personas. Las atrocidades de esa guerra civil en los dos bandos son una leyenda en la historia. Probablemente, la guerra civil más horrorosa que ha vivido occidente. Sin embargo, hace pocos años, el gobierno español y el rey de España inauguraron un monumento, que dice: “A los caídos por España” . No dice : “A los caídos de tal bando” o “a los caídos del otro bando”.
Se requiere mucha generosidad para hacer eso en un país donde han muerto un millón de personas; no 25 mil sino un millón personas en una guerra civil. De tal manera que hay que tener en cuenta que acá hay un objetivo racional, lógico y preciso; es obvio que hay también diferencias políticas y que al estar de acuerdo o el estar en contra de la amnistía es un posicionamiento político y forma parte del combate político.
No hay que olvidarnos que el tipo de guerra que ha vivido el Perú es similar a aquellas guerras horrorosas del siglo XVI y siglo XVII, que fueron guerras de religión. Duraron más de cien años, Finalmente, los dos bandos. Católicos y protestantes, comprendieron que tenían que cortar por lo sano, terminar con el conflicto religioso, poner de lado el aspecto dogmático – ideológico y buscar la paz social. Esto se cristalizó en un tratado, que forma la estructura de los estados modernos no confesionales, por lo menos, no internacionalmente confesionales: Westfalia, en 1642 .
Comprendo perfectamente bien que la amnistía va a ser cruel para algunos. Pero no creo que reabra heridas. Por una razón muy simple: las heridas están abiertas ahora. ¿Acaso han cerrado las heridas para que sean reabiertas en el futuro? ¡Están abiertas!. El único modo de cerrarlas es tomar el riesgo de perdonar, porque es un riesgo. Puede ser un riesgo inútil. Yo no tengo una bola de cristal : por lo tanto, no puedo afirmar que lo venga en el futuro vaya a salir necesariamente tal cual está escrito en la Constitución. Sin embargo, sí estoy dispuesto a correr el riesgo para establecer la paz, que es el supremo bien de todo el país civilizado. Contrapeso el crimen de unas personas individuales con el bien de más de 20 millones de personas".
martes, 12 de diciembre de 2006
¿Qué es el fujimorismo?
Por Juan Cruzado Mantilla
Secretario Nacional de Doctrina y Política de la Agrupación Independiente SI CUMPLE.
¿Qué es el Fujimorismo? Si partimos de considerar que "Ideología" es un conjunto de ideas fundamentales que caracteriza el pensamiento de una persona, colectividad o época de
un movimiento cultural, religioso, político, etc., podemos afirmar que "el Fujimorismo" es una ideología, o sea, un conjunto de ideas fundamentales formuladas por Alberto Fujimori que corresponden específicamente a una peculiar situación como la del Perú y particulamente a una determinada etapa de su desarrollo histórico.
Efectivamente, el Fujimorismo surge y se desarrolla motivado por dos circuntancias fundamentales: el fracaso histórico de la clase política nacional y el surgimiento de la violencia política que tiene en el terrorismo genocida su máxima expresión. Ambos elementos
llevan al Perú a un quiebre histórico con el peligro de su desintegración como país y nación.
Al igual que "hayismo", "mariateguismo", "velasquismo","belaundismo" o "bedoyismo", el "Fujimorismo" es una doctrina particular de interpretación de la realidad histórica del Perú, con la gran diferencia que éste se materializó en muchos aspectos que permitieron cambiar o transformar la realidad económica, política y social del país. Quizás, hay que reconocer, también el velasquismo hizo importantes cambios económicos y sociales.
Podemos resumir de esta forma: El Fujimorismo es la doctrina de Alberto Fujimori que tiene como objetivo fundamental lograr la modernización integral del Perú, erradicar la pobreza de millones de peruanos, establecer una nueva relación entre el Estado y la sociedad poniendo el primero al servicio del segundo, implementar una verdadera democracia, convertir a nuestro país en pais líder en el concierto internacional.
Todas las doctrinas se basan y recogen principios y valores versales y el fujimorismo no es la excepción.
¿Cuáles son esos principios? Innumerables, los más importantes, los que lo caracterizan son:
- El pragmatismo, o sea, el buscar las consecuencias prácticas del pensamiento, aceptando lo que es bueno y necesario para la solución de los problemas sin quedarse en los esquemas y estereotipos. Es buscar la eficacia y eficiencia en las cosas.
- Respeto al Principio de Autoridad como parte fundamental de la Democracia.
Ambos conceptos son complemetarios. Sin principio de autoridad no hay democracia verdadera. Esto es muy distinto al autoritarismo que es un exceso de autoridad llegando a la arbitrariedad. Principio de Autoridad es igual que Gobernabilidad, o sea, el ejercicio de gobernar, de ejercer el mando.
- La Democracia es Pueblo, entendida como la voluntad del pueblo que debe ser respetada y no utilizada por grupos minoritarios para su particulares intereses. Pero democracia no es sólo elegir a los gobernantes cada cierto tiempo por medio del voto. Democracia es también y sobre todo el derecho de todos a una mejor calidad de vida, de igual y oportunidades a una justa atención y satisfación de necesidades.
- Aprovechamiento de nuestras propias fuerzas y riquezas humanas y naturales para un desarrollo equilibrado y sostenido. Pues el Perú es muy rico, y sólo necesita de un buen gobierno, orden y disciplina, y utilizando la ciencia y tecnológía apropiadamente lo haremos grande y poderoso.
- Estos principios y otros más, vistos en conjunto caracterizan al Fujimorismo y fueron el sustento de su magnífica OBRA de transformación del Perú. Nadie hace una obra sin base conceptual o ideológica pues todos actuamos en base a una visión de la vida. El Fujimorismo tiene una Visión del Futuro y de la vida. Una visión histórica del Perú. En todas las obras realizadas durante sus diez años de gobierno, por mas pequeñas que hayan sido, reflejan una
concepción y visión de país. En todas ellas se reflejan principios y valores supremos, hechos realidad.
Dictadura? ¿Que es dictadura? Si entendemos que dictadura es un gobierno que bajo ciertas condiciones excepcionales prescinde en parte del ordenamiento jurídico de un país para ejercer autoridad, podemos considerar al período del Gobierno de Emergencia y Reconstrucción Nacional inmediatamente después del autogolpe del 5 de Abril del 92 como una etapa transitoria donde se ejerció una especie de dictadura, la misma que fue rápidamente superada al
reestablecerse de nuevo el orden constitucional con la elección del Congreso Constituyente Democrático- CCD.
Esa decisión de cerrar el Congreso inepto y poner en reestructuración y reorganización el Poder Judicial, el Ministerio Público, las regiones fue absolutamente necesario a fin propiciar la derrota del terrorismo genocida y establecer un nuevo orden constitucional que garantizara las reformas profundas que se venían realizando para bien del país, salvaguardando el sistema democrático.
Miremos y analicemos las cosas siempre desde una perspectiva histórica para poder comprender el porqué de los hechos. Nada se realiza sin origen ni causa. A diferencia de los adoradores de los principios eternos y absolutos, nosotros debemos analizar las cosas
desde un punto de vista realista y objetivo. Acaso no era necesario, cerrar ese Congreso del 90, plagado de politicastros que hacían el juego al terrorismo y que ponían piedra a un gobierno que quería modernizar al país. Las medidas excepcionales tomadas contaron con el respaldo mayoritario del pueblo peruano.
La Elección del CCD y la posterior aprobación de la Constitución del 93 mediante una consulta popular, el referendum por primera vez en la historia del Perú, fueron la demostración de la profunda vocación democrática y no autoritaria de Alberto Fujimori. Sólo la clase política tradicional, herida por las sucesivas derrotas, primero con Vargas Llosa, luego con Perez de Cuellar y Toledo sacan el sambenito de "dictadura" para retornar al poder perdido y descalificar la obra de Alberto Fujimori.
La corrupción es uno de los males que heredamos desde la Colonia y que se mantiene aún en nuestros días. Causa millones de dólares de pérdidas al Estado y al país y necesita ser combatida
permanentemente y cada vez más con mayor severidad. Lamentablemente se infiltró en el gobierno de Alberto Fujimori al igual que en otros gobiernos, pero con una gran diferencia. Aquí la corrupción se valió de la inteligencia. Hoy está más claro que Montesinos y su gente actuaron a espaldas y en contra de Alberto Fujimori y su gobierno democrático. Montesinos se aprovecho de Fujimori y lo traicionó.
Esto es cada día mas evidente. El Presidente Alberto Fujimori ha admitido con claridad su responsabilidad política en estos hechos y habrá sacado enormes lecciones para que en el futuro gobierno no se vuelva a repetir. La partidocracia tradicional ha convertido cínicamente este hecho como una "campaña moralizadora" para sus propios fines electoreros y ocultar su rabo de paja. Pero en el fondo para impedir el regreso de Alberto Fujimori al gobierno nacional.
Lima, 11 de agosto del 2004
Secretario Nacional de Doctrina y Política de la Agrupación Independiente SI CUMPLE.
¿Qué es el Fujimorismo? Si partimos de considerar que "Ideología" es un conjunto de ideas fundamentales que caracteriza el pensamiento de una persona, colectividad o época de
un movimiento cultural, religioso, político, etc., podemos afirmar que "el Fujimorismo" es una ideología, o sea, un conjunto de ideas fundamentales formuladas por Alberto Fujimori que corresponden específicamente a una peculiar situación como la del Perú y particulamente a una determinada etapa de su desarrollo histórico.
Efectivamente, el Fujimorismo surge y se desarrolla motivado por dos circuntancias fundamentales: el fracaso histórico de la clase política nacional y el surgimiento de la violencia política que tiene en el terrorismo genocida su máxima expresión. Ambos elementos
llevan al Perú a un quiebre histórico con el peligro de su desintegración como país y nación.
Al igual que "hayismo", "mariateguismo", "velasquismo","belaundismo" o "bedoyismo", el "Fujimorismo" es una doctrina particular de interpretación de la realidad histórica del Perú, con la gran diferencia que éste se materializó en muchos aspectos que permitieron cambiar o transformar la realidad económica, política y social del país. Quizás, hay que reconocer, también el velasquismo hizo importantes cambios económicos y sociales.
Podemos resumir de esta forma: El Fujimorismo es la doctrina de Alberto Fujimori que tiene como objetivo fundamental lograr la modernización integral del Perú, erradicar la pobreza de millones de peruanos, establecer una nueva relación entre el Estado y la sociedad poniendo el primero al servicio del segundo, implementar una verdadera democracia, convertir a nuestro país en pais líder en el concierto internacional.
Todas las doctrinas se basan y recogen principios y valores versales y el fujimorismo no es la excepción.
¿Cuáles son esos principios? Innumerables, los más importantes, los que lo caracterizan son:
- El pragmatismo, o sea, el buscar las consecuencias prácticas del pensamiento, aceptando lo que es bueno y necesario para la solución de los problemas sin quedarse en los esquemas y estereotipos. Es buscar la eficacia y eficiencia en las cosas.
- Respeto al Principio de Autoridad como parte fundamental de la Democracia.
Ambos conceptos son complemetarios. Sin principio de autoridad no hay democracia verdadera. Esto es muy distinto al autoritarismo que es un exceso de autoridad llegando a la arbitrariedad. Principio de Autoridad es igual que Gobernabilidad, o sea, el ejercicio de gobernar, de ejercer el mando.
- La Democracia es Pueblo, entendida como la voluntad del pueblo que debe ser respetada y no utilizada por grupos minoritarios para su particulares intereses. Pero democracia no es sólo elegir a los gobernantes cada cierto tiempo por medio del voto. Democracia es también y sobre todo el derecho de todos a una mejor calidad de vida, de igual y oportunidades a una justa atención y satisfación de necesidades.
- Aprovechamiento de nuestras propias fuerzas y riquezas humanas y naturales para un desarrollo equilibrado y sostenido. Pues el Perú es muy rico, y sólo necesita de un buen gobierno, orden y disciplina, y utilizando la ciencia y tecnológía apropiadamente lo haremos grande y poderoso.
- Estos principios y otros más, vistos en conjunto caracterizan al Fujimorismo y fueron el sustento de su magnífica OBRA de transformación del Perú. Nadie hace una obra sin base conceptual o ideológica pues todos actuamos en base a una visión de la vida. El Fujimorismo tiene una Visión del Futuro y de la vida. Una visión histórica del Perú. En todas las obras realizadas durante sus diez años de gobierno, por mas pequeñas que hayan sido, reflejan una
concepción y visión de país. En todas ellas se reflejan principios y valores supremos, hechos realidad.
Dictadura? ¿Que es dictadura? Si entendemos que dictadura es un gobierno que bajo ciertas condiciones excepcionales prescinde en parte del ordenamiento jurídico de un país para ejercer autoridad, podemos considerar al período del Gobierno de Emergencia y Reconstrucción Nacional inmediatamente después del autogolpe del 5 de Abril del 92 como una etapa transitoria donde se ejerció una especie de dictadura, la misma que fue rápidamente superada al
reestablecerse de nuevo el orden constitucional con la elección del Congreso Constituyente Democrático- CCD.
Esa decisión de cerrar el Congreso inepto y poner en reestructuración y reorganización el Poder Judicial, el Ministerio Público, las regiones fue absolutamente necesario a fin propiciar la derrota del terrorismo genocida y establecer un nuevo orden constitucional que garantizara las reformas profundas que se venían realizando para bien del país, salvaguardando el sistema democrático.
Miremos y analicemos las cosas siempre desde una perspectiva histórica para poder comprender el porqué de los hechos. Nada se realiza sin origen ni causa. A diferencia de los adoradores de los principios eternos y absolutos, nosotros debemos analizar las cosas
desde un punto de vista realista y objetivo. Acaso no era necesario, cerrar ese Congreso del 90, plagado de politicastros que hacían el juego al terrorismo y que ponían piedra a un gobierno que quería modernizar al país. Las medidas excepcionales tomadas contaron con el respaldo mayoritario del pueblo peruano.
La Elección del CCD y la posterior aprobación de la Constitución del 93 mediante una consulta popular, el referendum por primera vez en la historia del Perú, fueron la demostración de la profunda vocación democrática y no autoritaria de Alberto Fujimori. Sólo la clase política tradicional, herida por las sucesivas derrotas, primero con Vargas Llosa, luego con Perez de Cuellar y Toledo sacan el sambenito de "dictadura" para retornar al poder perdido y descalificar la obra de Alberto Fujimori.
La corrupción es uno de los males que heredamos desde la Colonia y que se mantiene aún en nuestros días. Causa millones de dólares de pérdidas al Estado y al país y necesita ser combatida
permanentemente y cada vez más con mayor severidad. Lamentablemente se infiltró en el gobierno de Alberto Fujimori al igual que en otros gobiernos, pero con una gran diferencia. Aquí la corrupción se valió de la inteligencia. Hoy está más claro que Montesinos y su gente actuaron a espaldas y en contra de Alberto Fujimori y su gobierno democrático. Montesinos se aprovecho de Fujimori y lo traicionó.
Esto es cada día mas evidente. El Presidente Alberto Fujimori ha admitido con claridad su responsabilidad política en estos hechos y habrá sacado enormes lecciones para que en el futuro gobierno no se vuelva a repetir. La partidocracia tradicional ha convertido cínicamente este hecho como una "campaña moralizadora" para sus propios fines electoreros y ocultar su rabo de paja. Pero en el fondo para impedir el regreso de Alberto Fujimori al gobierno nacional.
Lima, 11 de agosto del 2004
Fujimori: El alfil se mueve y bloquea
Por Hugo Neyra (*)
La gran novedad de esta semana, en lo doméstico (aparte de la Asamblea de Gobernadores del BID) es que el huido a Tokio cambió de táctica. Ahora autoriza a su abogada para defenderlo como inculpado, cosa a la que hasta ahora se había negado. Se autotituló perseguido político y además japonés, dos cosas a lo cual la Cancillería japonesa no podía desatender. No se entrega a un perseguido. No se entrega a un compatriota. Ahora es diferente. Acepta los tribunales peruanos. ¿Qué maniobra es esta?
Hace siglos, Ruy López, noble español, inventa un movimiento de piezas en el ajedrez y le da nombre a una célebre apertura que hasta los más legos en el juego ciencia hoy conocen como "la apertura española". A saber, 1.e4 e5 2.Cf3 Cc6 3.Ab5. En lenguaje no codificado, se abre con el peón del rey, las negras responden con el mismo peón, las blancas continúan el desarrollo de piezas y entonces, contrariando la estrategia italiana de la época, el alfil de Rey corre hasta la casilla 5 y bloquea al caballo defensivo. Es un gambito, una trampa. Pasaron siglos para que sesudas cabezas encontraran una parada.
Lucha política, fintas y ajedrez han ido de la mano. La jugada de Fujimori tiene tres salidas. O bien sirve para levantar sus bonos entre amigos, ahora que se activan. O bien no viene cuando lo convoquen los jueces, y entonces lo declaran "reo contumaz". O bien agita como si fuera a venir e incluso viene. En las dos primeras, el asunto no pasa de una simple finta, pero eso es piadosa hipótesis. La tercera posibilidad no es de escatimar. La simple idea de que pueda ocurrir ha provocado, entre otras razones, la fabulosa bronca de Mario Vargas Llosa de lo que me ocupo líneas abajo. Esa posibilidad es que venga a comparecer.
¿Se imaginan la vida peruana con "don Alberto que mete yuca "como dijo una caricatura de doña Susana en un gran momento del pasado imperfecto, y con Fujimori estrella y en los parajes, entrando y saliendo en los tribunales. Uno puede preguntarse varias cosas. ¿Qué estatus le darían los jueces? ¿Uno de verdad o uno bamba? ¿Serán capaces de someterlo a silencio? Y entonces, ¿no se verá ello como un abuso de autoridad? Y si es lo contrario, ¿cómo prueba de debilidad? Lejos o cerca, Fujimori es problema.
En horizonte de tales incertidumbres se inscribe lo que Vargas Llosa acaba de decir. Con todos mis respetos al escritor que admiro, y al amigo, debo por mi parte señalar que no comparto del todo su opinión sobre el tema del ex CNI. Y por no compartir, ni la de este mismo diario. Ocurre que no suelo esgrimir juicios en bloque. Tiendo a separar. El dice, "el cierre del CNI es una medida desesperada para corregir una metida de pata descomunal por el nombramiento de Arboccó". (La República, 24 de marzo). Vamos por partes. "Metida de pata descomunal". De acuerdo. Pero cerrar por el momento el CNI, en cambio, me parece algo necesario. No quisiera ni imaginar la fuga de videos si la cosa se hubiera hecho a medias. Por una vez que hay prontitud y energía...
También ha dicho, "caos y desgobierno". Cierto es, pero miremos, por entero, el tablero. Lo que pasa en el Perú no es asunto exclusivo de Palacio y de la clase política. En las encuestas una gran mayoría de peruanos priorizan, y de lejos, el "desarrollo" sobre la "democracia". Me permitiré pensar que es una manera sesgada de decir preferible un tirano a seguir como estamos. El gran lodazal peruano de fango autoritario no se ha secado bajo el sol de la democracia, para decirlo de una manera huachafa, pero temiblemente cierta. De ahí el gambito Fujimori.
El caballo negro bloqueado es lo que usted quiera, el Poder Judicial, la oposición democrática, un nuevo candidato "outsider". Para el gambito de Ruy López existe una parada, pero en ajedrez se demoraron siglos en hallar. Las negras ganan cuando juegan... pero no, no voy a decirlo ahora. Que hablen los grandes maestros. Tengo curiosidad por ver qué pieza mueven. La política, como el ajedrez, es infinita.
(*) faustohugonei@yahoo.fr
La gran novedad de esta semana, en lo doméstico (aparte de la Asamblea de Gobernadores del BID) es que el huido a Tokio cambió de táctica. Ahora autoriza a su abogada para defenderlo como inculpado, cosa a la que hasta ahora se había negado. Se autotituló perseguido político y además japonés, dos cosas a lo cual la Cancillería japonesa no podía desatender. No se entrega a un perseguido. No se entrega a un compatriota. Ahora es diferente. Acepta los tribunales peruanos. ¿Qué maniobra es esta?
Hace siglos, Ruy López, noble español, inventa un movimiento de piezas en el ajedrez y le da nombre a una célebre apertura que hasta los más legos en el juego ciencia hoy conocen como "la apertura española". A saber, 1.e4 e5 2.Cf3 Cc6 3.Ab5. En lenguaje no codificado, se abre con el peón del rey, las negras responden con el mismo peón, las blancas continúan el desarrollo de piezas y entonces, contrariando la estrategia italiana de la época, el alfil de Rey corre hasta la casilla 5 y bloquea al caballo defensivo. Es un gambito, una trampa. Pasaron siglos para que sesudas cabezas encontraran una parada.
Lucha política, fintas y ajedrez han ido de la mano. La jugada de Fujimori tiene tres salidas. O bien sirve para levantar sus bonos entre amigos, ahora que se activan. O bien no viene cuando lo convoquen los jueces, y entonces lo declaran "reo contumaz". O bien agita como si fuera a venir e incluso viene. En las dos primeras, el asunto no pasa de una simple finta, pero eso es piadosa hipótesis. La tercera posibilidad no es de escatimar. La simple idea de que pueda ocurrir ha provocado, entre otras razones, la fabulosa bronca de Mario Vargas Llosa de lo que me ocupo líneas abajo. Esa posibilidad es que venga a comparecer.
¿Se imaginan la vida peruana con "don Alberto que mete yuca "como dijo una caricatura de doña Susana en un gran momento del pasado imperfecto, y con Fujimori estrella y en los parajes, entrando y saliendo en los tribunales. Uno puede preguntarse varias cosas. ¿Qué estatus le darían los jueces? ¿Uno de verdad o uno bamba? ¿Serán capaces de someterlo a silencio? Y entonces, ¿no se verá ello como un abuso de autoridad? Y si es lo contrario, ¿cómo prueba de debilidad? Lejos o cerca, Fujimori es problema.
En horizonte de tales incertidumbres se inscribe lo que Vargas Llosa acaba de decir. Con todos mis respetos al escritor que admiro, y al amigo, debo por mi parte señalar que no comparto del todo su opinión sobre el tema del ex CNI. Y por no compartir, ni la de este mismo diario. Ocurre que no suelo esgrimir juicios en bloque. Tiendo a separar. El dice, "el cierre del CNI es una medida desesperada para corregir una metida de pata descomunal por el nombramiento de Arboccó". (La República, 24 de marzo). Vamos por partes. "Metida de pata descomunal". De acuerdo. Pero cerrar por el momento el CNI, en cambio, me parece algo necesario. No quisiera ni imaginar la fuga de videos si la cosa se hubiera hecho a medias. Por una vez que hay prontitud y energía...
También ha dicho, "caos y desgobierno". Cierto es, pero miremos, por entero, el tablero. Lo que pasa en el Perú no es asunto exclusivo de Palacio y de la clase política. En las encuestas una gran mayoría de peruanos priorizan, y de lejos, el "desarrollo" sobre la "democracia". Me permitiré pensar que es una manera sesgada de decir preferible un tirano a seguir como estamos. El gran lodazal peruano de fango autoritario no se ha secado bajo el sol de la democracia, para decirlo de una manera huachafa, pero temiblemente cierta. De ahí el gambito Fujimori.
El caballo negro bloqueado es lo que usted quiera, el Poder Judicial, la oposición democrática, un nuevo candidato "outsider". Para el gambito de Ruy López existe una parada, pero en ajedrez se demoraron siglos en hallar. Las negras ganan cuando juegan... pero no, no voy a decirlo ahora. Que hablen los grandes maestros. Tengo curiosidad por ver qué pieza mueven. La política, como el ajedrez, es infinita.
(*) faustohugonei@yahoo.fr
La clarinada de Fujimori
Por Juan Carlos Tafur
La empresa encuestadora Imasen, que no se refugia en los remilgos culposos de Apoyo, publica una encuesta incluyendo a Fujimori en la intención de voto. Gracias a ello podemos saber ahora un resultado que debería causar seria reflexión y preocupación en los sectores democráticos, como es que el prófugo ex mandatario aparezca primero en la intención de voto por encima de Alan García, Lourdes Flores y Valentín Paniagua (dato políticamente valioso a pesar de que Fujimori esté inhabilitado para postular).
Este dato debería ser el punto de partida para empezar a construir una estrategia política más inteligente y sensata con el objeto de enfrentar el resurgimiento autoritario que se aprecia y que advertíamos en nuestra columna de ayer. A Fujimori o al fujimorismo se le debe derrotar poniendo de manifiesto sus groseros desaguisados políticos y económicos y las consecuencias devastadoras que ha traído al Perú la destrucción de las instituciones democráticas, perpetrada con el aval e impulso del residente en Tokio.
En lo penal también hay, por cierto, serias imputaciones, pero la torpeza de sus perseguidores (la izquierda está siendo respecto de Fujimori como lo fue Popy respecto de Alan García) y la insolvencia de muchas de las acusaciones en su contra, lo que están logrando es no sólo construir un mito político sino, lo que es peor, haciendo que se olviden o minimicen las verdaderas y más serias calamidades que el fujimorismo nos ha dejado. Más grave aún es que se soslaye un hecho sustantivo, como es que Fujimori no parece haber cambiado un ápice.
De sus frecuentes entrevistas se deduce que sigue siendo el de siempre y teniendo el mismo concepto minusválido de las formalidades democráticas. Feliz de la vida, sólo se limita a reconocer como "error" su ligazón con Montesinos. Sus adversarios lo ayudan permitiéndole restringirse a responder minucias penales. Lo empapelan con hojarasca y le permiten zafar el cuerpo de muchas imputaciones que sí son demoledoras e incontestables.
En todo caso, bien lo ha dicho Giovanna Peñaflor, directora de Imasen, este resultado es una clarinada de alerta para la clase política, que no parece haber aprendido nada durante la década anterior y sólo parece haber estado esperando el momento de volver a acercarse al poder para gozar de él sin ofrecer nada distinto a un país que esperaba mucho más que eso y hoy lo hace saber.
Correo, 23 de abril del 2004
La empresa encuestadora Imasen, que no se refugia en los remilgos culposos de Apoyo, publica una encuesta incluyendo a Fujimori en la intención de voto. Gracias a ello podemos saber ahora un resultado que debería causar seria reflexión y preocupación en los sectores democráticos, como es que el prófugo ex mandatario aparezca primero en la intención de voto por encima de Alan García, Lourdes Flores y Valentín Paniagua (dato políticamente valioso a pesar de que Fujimori esté inhabilitado para postular).
Este dato debería ser el punto de partida para empezar a construir una estrategia política más inteligente y sensata con el objeto de enfrentar el resurgimiento autoritario que se aprecia y que advertíamos en nuestra columna de ayer. A Fujimori o al fujimorismo se le debe derrotar poniendo de manifiesto sus groseros desaguisados políticos y económicos y las consecuencias devastadoras que ha traído al Perú la destrucción de las instituciones democráticas, perpetrada con el aval e impulso del residente en Tokio.
En lo penal también hay, por cierto, serias imputaciones, pero la torpeza de sus perseguidores (la izquierda está siendo respecto de Fujimori como lo fue Popy respecto de Alan García) y la insolvencia de muchas de las acusaciones en su contra, lo que están logrando es no sólo construir un mito político sino, lo que es peor, haciendo que se olviden o minimicen las verdaderas y más serias calamidades que el fujimorismo nos ha dejado. Más grave aún es que se soslaye un hecho sustantivo, como es que Fujimori no parece haber cambiado un ápice.
De sus frecuentes entrevistas se deduce que sigue siendo el de siempre y teniendo el mismo concepto minusválido de las formalidades democráticas. Feliz de la vida, sólo se limita a reconocer como "error" su ligazón con Montesinos. Sus adversarios lo ayudan permitiéndole restringirse a responder minucias penales. Lo empapelan con hojarasca y le permiten zafar el cuerpo de muchas imputaciones que sí son demoledoras e incontestables.
En todo caso, bien lo ha dicho Giovanna Peñaflor, directora de Imasen, este resultado es una clarinada de alerta para la clase política, que no parece haber aprendido nada durante la década anterior y sólo parece haber estado esperando el momento de volver a acercarse al poder para gozar de él sin ofrecer nada distinto a un país que esperaba mucho más que eso y hoy lo hace saber.
Correo, 23 de abril del 2004
Pónganle un cubierto, que no va a comer
Por Mirko Lauer
Los fujimoristas están felices con el cuento de que quien no puede ocupar un cargo público puede, sin embargo, candidatear para ocuparlo. Resulta divertido imaginarse tamaña superchería puesta en práctica: "Vota por Fujimori para una presidencia que está prohibido de asumir". Esto sí que es llevar la idea del voto perdido a nuevas dimensiones.
El prófugo sueña con que si el JNE lo deja candidatear y él gana, la fuerza de los votos acumulados derribaría el impedimento legal, en lo que equivaldría al segundo golpe de Estado en su carrera. El argumento para esto, golpista por donde se le mire, es el pueblo habría vencido a una inhabilitación surgida de la clase política.
Esa versión, que algunos plumíferos ya difunden, olvida que eso que llaman clase política y que inhabilitó a Fujimori fue elegida precisamente por el pueblo. Aquí se está confundiendo deliberadamente elegir autoridades con responder a una encuesta. Es el tipo de pensamiento que llevó a una corrupción de talla mundial en los años 90.
Alberto Fujimori se está impacientando, y en esa medida reactivando. El avance de los juicios contra él lo ha llevado a presentar abogado ante los tribunales de Lima, aunque no se priva de decir que no cree en la justicia peruana. No dice por qué no reconoce una justicia que sí reconoce y utiliza el gobierno que lo viene apañando en Tokio.Pero su famoso partido, que es simplemente un recalentado de los cinco anteriores con la misma vieja inscripción en el JNE, no da fuego.
El único consuelo de Fujimori está en algunas encuestas, donde aparece bien ubicado. Popularidad que probablemente es la forma que han encontrado algunos de castigar a Alejandro Toledo, y que durará lo que Toledo.Pero el partido N°6 no da fuego también porque Fujimori no tiene el menor interés en que se haga política fujimorista en su ausencia. De un lado recela el surgimiento o potenciación de liderazgos que aprovechen su ausencia y su inhabilitación. De otro teme que cualquier activismo sirva para refrescar la memoria de sus estropicios.
No es lo mismo apuñalar por la espalda a los partidos democráticos y a las organizaciones populares con ayuda de una cúpula militar corrupta, como hizo en 1990-1992, que enfrentarlos con un membrete vacío y en igualdad de condiciones en el debate nacional. Lo sabe muy bien, y teme a la extradición como al diablo.
Sorprende que frente a estas realidades el doctor Manuel Sánchez Palacios se ponga de perfil, acepte el cuento de la candidatura con inhabilitación, y dé la impresión de que vive una imparcialidad también entre democracia y enemigos de la democracia. Ya se le dijo en su momento que dejarse invitar a Tokio no podía conducir a nada bueno.
La República, 31 de marzo de 2004
Los fujimoristas están felices con el cuento de que quien no puede ocupar un cargo público puede, sin embargo, candidatear para ocuparlo. Resulta divertido imaginarse tamaña superchería puesta en práctica: "Vota por Fujimori para una presidencia que está prohibido de asumir". Esto sí que es llevar la idea del voto perdido a nuevas dimensiones.
El prófugo sueña con que si el JNE lo deja candidatear y él gana, la fuerza de los votos acumulados derribaría el impedimento legal, en lo que equivaldría al segundo golpe de Estado en su carrera. El argumento para esto, golpista por donde se le mire, es el pueblo habría vencido a una inhabilitación surgida de la clase política.
Esa versión, que algunos plumíferos ya difunden, olvida que eso que llaman clase política y que inhabilitó a Fujimori fue elegida precisamente por el pueblo. Aquí se está confundiendo deliberadamente elegir autoridades con responder a una encuesta. Es el tipo de pensamiento que llevó a una corrupción de talla mundial en los años 90.
Alberto Fujimori se está impacientando, y en esa medida reactivando. El avance de los juicios contra él lo ha llevado a presentar abogado ante los tribunales de Lima, aunque no se priva de decir que no cree en la justicia peruana. No dice por qué no reconoce una justicia que sí reconoce y utiliza el gobierno que lo viene apañando en Tokio.Pero su famoso partido, que es simplemente un recalentado de los cinco anteriores con la misma vieja inscripción en el JNE, no da fuego.
El único consuelo de Fujimori está en algunas encuestas, donde aparece bien ubicado. Popularidad que probablemente es la forma que han encontrado algunos de castigar a Alejandro Toledo, y que durará lo que Toledo.Pero el partido N°6 no da fuego también porque Fujimori no tiene el menor interés en que se haga política fujimorista en su ausencia. De un lado recela el surgimiento o potenciación de liderazgos que aprovechen su ausencia y su inhabilitación. De otro teme que cualquier activismo sirva para refrescar la memoria de sus estropicios.
No es lo mismo apuñalar por la espalda a los partidos democráticos y a las organizaciones populares con ayuda de una cúpula militar corrupta, como hizo en 1990-1992, que enfrentarlos con un membrete vacío y en igualdad de condiciones en el debate nacional. Lo sabe muy bien, y teme a la extradición como al diablo.
Sorprende que frente a estas realidades el doctor Manuel Sánchez Palacios se ponga de perfil, acepte el cuento de la candidatura con inhabilitación, y dé la impresión de que vive una imparcialidad también entre democracia y enemigos de la democracia. Ya se le dijo en su momento que dejarse invitar a Tokio no podía conducir a nada bueno.
La República, 31 de marzo de 2004
¿Fujimontesinistas? Necesario deslinde
Por Javier Ocampo Ponce
¡Un fujimorismo sin Fujimori! proponía el ahora inquilino de Palacio de Gobierno en las pasadas elecciones del año 2000, Alejandro Toledo, él sabía que el Presidente Alberto Fujimori había impuesto una nueva tónica en la práctica política nacional a partir de 1990, y era necesario imitarlo.
Y es que el "fujimorismo" fue para la población peruana algo tan positivo y concreto como el triunfo ante el terrorismo, la reinserción del Perú en la economía mundial, la construcción de miles de kilómetros de carreteras y miles de colegios a lo largo y ancho del territorio nacional.
Cambio 90 en un principio y Nueva Mayoría desde mediados de 1992 fueron los movimientos políticos con sus cabezas visibles en el Congreso de la República, que se identificaron plenamente con el gobierno del Ing. Fujimori. Fue así que en 1995 Alberto Fujimori se preenta a la primera reelección al frente de la alianza Nueva Mayoría-Cambio 90 y el "fujimorismo" obtuvo una nueva y contundente victoria electoral. En noviembre de 1992 y octubre de 1993 la alianza Cambio 90-Nueva Mayoría ya había conocido el triunfo en las elecciones al CCD y del referéndum aprobatorio de la Constitución. (Es así, primero fue C90-NM y después NM-Cambio90).
En lo que se puede considerar como el principio del fin del "fujimorismo puro", el Presidente da luz verde a la creación de un nuevo movimiento político: "Vamos Vecino" a cuyo frente ubicó al ex Ministro de Agricultura, Absalón Vásquez Villanueva, para participar en las elecciones municipales de 1998.
La aparición de este nuevo movimiento para algunos se dio para contrapesar a los líderes del "fujimorismo" ya conocidos, mientras que para otros surgió como una necesidad del propio Montesinos de obtener más poder al interior del gobierno.
La nueva corriente política al interior del gobierno se conoció como "absalonismo" y sus cabezas visibles además del ex militante aprista, eran María Jesús Espinoza, Rolando Reátegui y Anselmo revilla, curiosamente la mayoría de ellos investigados por el caso de la falsificación de firmas del movimiento "Peru 2000".
Previamente, a partir de fines de 1996 y comienzos de 1997 y, como lo vienen confirmando los "vladi-videos" y "vladi-audios", los tentáculos del oscuro asesor se dirigieron hacia el control político, luego de corromper a las principales cabezas del ámbito militar y judicial.
Ello dio pie a la entonces oposición política al gobierno del presidente Fujimori para definir como "fujimontesinista" cualquier acción del gobierno de entonces, tratando de contaminar políticamente lo conocido como "fujimorismo".
Pero fue a partir del 14 de Setiembre del 2000, cuando se da a conocer el video Kouri-Montesinos, que se presenta la oportunidad de deslindar entre quienes trabajaron honestamente, desde un inicio, al lado del Presidente Fujimori, de aquellos que llegaron al gobierno en los últimos años respondiendo a los intereses del corrupto asesor.
Cómo olvidar el accionar de los tránsfugas y retránsfugas, así como de la bancada absalonista cuando se trató la censura contra la presidenta del Congreso; la ausencia de parlamentarios de Vamos Vecino que permitió la declaración de incapacidad moral del presidente Fujimori, para no nombrar la vergonzosa elección de la Mesa Directiva que presidió Carlos Ferrero y que integró en actitud traicionera contra el "fujimorismo", Absalón Vázquez.
De otro lado, las pasadas elecciones fueron otra prueba más de las discrepancias existentes entre los "fujimoristas" y los "montesinistas" o también llamados "absalonistas".
Sintomáticamente, una vez capturado, el delincuente asesor ha pretendido involucrar en sus actos corruptos sólo a líderes fujimoristas de Cambio 90 y Nueva Mayoría, mientras que a quienes prometieron defenderlo "hasta las últimas consecuencias" Montesinos no los ha acusado, ni tocado con el pétalo de una rosa.
No hay peor ciego que el que no quiere ver: "fujimoristas" y "montesinistas" siempre fueron y serán como el agua y el aceite. Por ello es que rechazamos rotunda y contundentemente que nos quieran endilgar el término "fujimontesinistas".
Tomado de LA GACETA OIF Nro. 1, octubre 2001.
¡Un fujimorismo sin Fujimori! proponía el ahora inquilino de Palacio de Gobierno en las pasadas elecciones del año 2000, Alejandro Toledo, él sabía que el Presidente Alberto Fujimori había impuesto una nueva tónica en la práctica política nacional a partir de 1990, y era necesario imitarlo.
Y es que el "fujimorismo" fue para la población peruana algo tan positivo y concreto como el triunfo ante el terrorismo, la reinserción del Perú en la economía mundial, la construcción de miles de kilómetros de carreteras y miles de colegios a lo largo y ancho del territorio nacional.
Cambio 90 en un principio y Nueva Mayoría desde mediados de 1992 fueron los movimientos políticos con sus cabezas visibles en el Congreso de la República, que se identificaron plenamente con el gobierno del Ing. Fujimori. Fue así que en 1995 Alberto Fujimori se preenta a la primera reelección al frente de la alianza Nueva Mayoría-Cambio 90 y el "fujimorismo" obtuvo una nueva y contundente victoria electoral. En noviembre de 1992 y octubre de 1993 la alianza Cambio 90-Nueva Mayoría ya había conocido el triunfo en las elecciones al CCD y del referéndum aprobatorio de la Constitución. (Es así, primero fue C90-NM y después NM-Cambio90).
En lo que se puede considerar como el principio del fin del "fujimorismo puro", el Presidente da luz verde a la creación de un nuevo movimiento político: "Vamos Vecino" a cuyo frente ubicó al ex Ministro de Agricultura, Absalón Vásquez Villanueva, para participar en las elecciones municipales de 1998.
La aparición de este nuevo movimiento para algunos se dio para contrapesar a los líderes del "fujimorismo" ya conocidos, mientras que para otros surgió como una necesidad del propio Montesinos de obtener más poder al interior del gobierno.
La nueva corriente política al interior del gobierno se conoció como "absalonismo" y sus cabezas visibles además del ex militante aprista, eran María Jesús Espinoza, Rolando Reátegui y Anselmo revilla, curiosamente la mayoría de ellos investigados por el caso de la falsificación de firmas del movimiento "Peru 2000".
Previamente, a partir de fines de 1996 y comienzos de 1997 y, como lo vienen confirmando los "vladi-videos" y "vladi-audios", los tentáculos del oscuro asesor se dirigieron hacia el control político, luego de corromper a las principales cabezas del ámbito militar y judicial.
Ello dio pie a la entonces oposición política al gobierno del presidente Fujimori para definir como "fujimontesinista" cualquier acción del gobierno de entonces, tratando de contaminar políticamente lo conocido como "fujimorismo".
Pero fue a partir del 14 de Setiembre del 2000, cuando se da a conocer el video Kouri-Montesinos, que se presenta la oportunidad de deslindar entre quienes trabajaron honestamente, desde un inicio, al lado del Presidente Fujimori, de aquellos que llegaron al gobierno en los últimos años respondiendo a los intereses del corrupto asesor.
Cómo olvidar el accionar de los tránsfugas y retránsfugas, así como de la bancada absalonista cuando se trató la censura contra la presidenta del Congreso; la ausencia de parlamentarios de Vamos Vecino que permitió la declaración de incapacidad moral del presidente Fujimori, para no nombrar la vergonzosa elección de la Mesa Directiva que presidió Carlos Ferrero y que integró en actitud traicionera contra el "fujimorismo", Absalón Vázquez.
De otro lado, las pasadas elecciones fueron otra prueba más de las discrepancias existentes entre los "fujimoristas" y los "montesinistas" o también llamados "absalonistas".
Sintomáticamente, una vez capturado, el delincuente asesor ha pretendido involucrar en sus actos corruptos sólo a líderes fujimoristas de Cambio 90 y Nueva Mayoría, mientras que a quienes prometieron defenderlo "hasta las últimas consecuencias" Montesinos no los ha acusado, ni tocado con el pétalo de una rosa.
No hay peor ciego que el que no quiere ver: "fujimoristas" y "montesinistas" siempre fueron y serán como el agua y el aceite. Por ello es que rechazamos rotunda y contundentemente que nos quieran endilgar el término "fujimontesinistas".
Tomado de LA GACETA OIF Nro. 1, octubre 2001.
El fujimorismo "puro"
Por Anselmo Revilla, ex congresista de la República por Cambio 90-Nueva Mayoría.
En un reciente artículo publicado en EXPRESO, el señor Javier Ocampo pretende formular una nueva distinción "ideológica" a partir de un deslinde entre lo que sería una interpretación "pura" de sus ideas y personalidades hasta el 2000.
Así, resulta para este notable "ideólogo" que la impureza fujimorista es fruto exclusivo de ese extraño componente popular que la prensa calificó como absalonista y que se habría infiltrado desde 1998 por obra y gracia del maléfico asesor, quien logró inocular el virus de la corrupción al pulcro frente de Fujimori.
Pero la tesis que recoge el "ideólogo" Ocampo de su primera creadora, la congresista Carmen Lozada de Gamboa, donde se distingue a fujimoristas de montesinistas, se cae por una sola pregunta: ¿eran absalonistas algunos voceros y líderes de Cambio 90-Nueva Mayoría, los generales, los ministros, los congresistas que están siendo procesados judicialmente? Pues la respuesta es no. A la luz de los hechos, la mayoría de los que han sido cabezas visibles de Cambio 90-Nueva Mayoría han estado comprometidos con Vladimiro Montesinos desde sus orígenes.
La distinción que hace el señor Ocampo es ociosa e ingenua, nadie le cree y sólo parace ser una excusa para tratar de ocultar algo para todos conocido, es decir, que entre 1995 y el 2000 los que éramos llamados "absalonistas" éramos una ínfima minoría en el Congreso, que no tenía ni vínculo ni relevancia para las decisiones con el asesor, motivo por el cual en las reuniones de corrdinación en el SIN no éramos invitados ninguno de nosotros, y si alguna vez asistimos, nuestras opiniones, contrarias a los planteamientos que se hacían, nunca eran escuchadas y esto se puede comprobar en el famoso video Montesinos-Bancada Cambio 90 que ha dado origen a la inhabilitación que todos lamentamos.
El señor Ocampo, en su nuevo papel de "ideólogo", no ha entendido la verdadera naturaleza del fujimorismo como frente amplio de sectores intelectuales, tecnócratas, liberales, organizaciones populares y todos los peruanos que luchamos contra la guerra interna y externa. El problema futuro del fujimorismo está en mantenerse como un frente amplio o hacerlo un círculo sectario. Lo primero le conviene al ex presidente Fujimori y a sus seguidores, lo seguno no conviene a ninguno de los que son sus partidarios.
Es indudable que han habido fujimoristas equivocados que han delinquido y nos han perjudicado. Correcto. Que los juzguen los tribunales. Pero en cuanto a los que no tenemos esos problemas no es correcto seguir haciendo diferencias por viejos rencores o distinciones de carácter elitista. El objetivo claro es aprender de los errores propios sin querer culpar a otros y extender las manos a todos los que queremos construir el Perú que tanto anhelamos.
Para terminar deseo reafirmar mi amistad y respeto por el ingeniero Absalón Vásquez Villanueva y la doctora Martha Chávez Cossío, por quienes tengo un especial aprecio y estima personal, que a pesar de representar tendencias, estilos o matices diferentes, tenían algo en común, su lealtad a la patria y a su líder Fujimori.
Desde esta tribuna les alcanzo mi más sincera solidaridad en estos momentos difíciles, a ellos y a todos los que injustamente están siendo víctimas de calumnias y maltratos por el solo hecho de haber participado o apoyado al gobierno de Fujimori. Ahora que se va aclarando el panorama político, nos hacemos presentes en el debate nacional, dispuestos a asumir, con firmeza, la responsabilidad política que nos corresponda.
Expreso, 28 de octubre del 2001
En un reciente artículo publicado en EXPRESO, el señor Javier Ocampo pretende formular una nueva distinción "ideológica" a partir de un deslinde entre lo que sería una interpretación "pura" de sus ideas y personalidades hasta el 2000.
Así, resulta para este notable "ideólogo" que la impureza fujimorista es fruto exclusivo de ese extraño componente popular que la prensa calificó como absalonista y que se habría infiltrado desde 1998 por obra y gracia del maléfico asesor, quien logró inocular el virus de la corrupción al pulcro frente de Fujimori.
Pero la tesis que recoge el "ideólogo" Ocampo de su primera creadora, la congresista Carmen Lozada de Gamboa, donde se distingue a fujimoristas de montesinistas, se cae por una sola pregunta: ¿eran absalonistas algunos voceros y líderes de Cambio 90-Nueva Mayoría, los generales, los ministros, los congresistas que están siendo procesados judicialmente? Pues la respuesta es no. A la luz de los hechos, la mayoría de los que han sido cabezas visibles de Cambio 90-Nueva Mayoría han estado comprometidos con Vladimiro Montesinos desde sus orígenes.
La distinción que hace el señor Ocampo es ociosa e ingenua, nadie le cree y sólo parace ser una excusa para tratar de ocultar algo para todos conocido, es decir, que entre 1995 y el 2000 los que éramos llamados "absalonistas" éramos una ínfima minoría en el Congreso, que no tenía ni vínculo ni relevancia para las decisiones con el asesor, motivo por el cual en las reuniones de corrdinación en el SIN no éramos invitados ninguno de nosotros, y si alguna vez asistimos, nuestras opiniones, contrarias a los planteamientos que se hacían, nunca eran escuchadas y esto se puede comprobar en el famoso video Montesinos-Bancada Cambio 90 que ha dado origen a la inhabilitación que todos lamentamos.
El señor Ocampo, en su nuevo papel de "ideólogo", no ha entendido la verdadera naturaleza del fujimorismo como frente amplio de sectores intelectuales, tecnócratas, liberales, organizaciones populares y todos los peruanos que luchamos contra la guerra interna y externa. El problema futuro del fujimorismo está en mantenerse como un frente amplio o hacerlo un círculo sectario. Lo primero le conviene al ex presidente Fujimori y a sus seguidores, lo seguno no conviene a ninguno de los que son sus partidarios.
Es indudable que han habido fujimoristas equivocados que han delinquido y nos han perjudicado. Correcto. Que los juzguen los tribunales. Pero en cuanto a los que no tenemos esos problemas no es correcto seguir haciendo diferencias por viejos rencores o distinciones de carácter elitista. El objetivo claro es aprender de los errores propios sin querer culpar a otros y extender las manos a todos los que queremos construir el Perú que tanto anhelamos.
Para terminar deseo reafirmar mi amistad y respeto por el ingeniero Absalón Vásquez Villanueva y la doctora Martha Chávez Cossío, por quienes tengo un especial aprecio y estima personal, que a pesar de representar tendencias, estilos o matices diferentes, tenían algo en común, su lealtad a la patria y a su líder Fujimori.
Desde esta tribuna les alcanzo mi más sincera solidaridad en estos momentos difíciles, a ellos y a todos los que injustamente están siendo víctimas de calumnias y maltratos por el solo hecho de haber participado o apoyado al gobierno de Fujimori. Ahora que se va aclarando el panorama político, nos hacemos presentes en el debate nacional, dispuestos a asumir, con firmeza, la responsabilidad política que nos corresponda.
Expreso, 28 de octubre del 2001
El fujimorismo concreto
Por Juan Carlos Tafur
En la encuesta a nivel nacional de CPI que publica Correo -y que incluye por primera vez a la población rural- se aprecia con claridad incontestable el repunte de Alberto Fujimori. Encabeza la lista de los personajes políticos que despiertan mayor simpatía y es considerado el mejor gobernante de los últimos cinco que ha tenido el Perú.
Lo significativo, sin embargo, es que dicho respaldo es abrumador en las zonas rurales y en aquellas urbano-periféricas. ¿Acaso ello se explica por el asistencialismo rampante del fujimorismo, por los publicitados regalos de polos y comida? Verlo así no sólo sería injusto sino erróneo e impediría que se extraigan lecciones políticas importantes.
Si Fujimori guarda un enorme bolsón electoral en esas zonas es porque emprendió una política de inversión en infraestructura pública que nunca antes se llevó a cabo en el Perú. Postas médicas, colegios, caminos rurales, agua y desagüe, etc. fueron sembrados en lugares donde el Estado nunca antes se había hecho presente. El pueblo pide Estado, ese es su mayor reclamo.
No sería de extrañar, por ello, que el colapso del toledismo se deba en gran medida a haber desmontado esa política de inversión social de la década anterior confundiendo el uso perverso de regalos con la labor encomiable de organismos como Foncodes -algún día se reconocerá la labor de Alejandro Afuso en esa entidad- o la construcción de caminos rurales (que para un poblado menor equivale, en cuanto a impacto social y económico, a que en Lima se construyan tres vías expresas).
El manual de gobernabilidad de una nación como el Perú exige construir ciudadanías en las zonas populares y especialmente en las rurales. Eso pasa por otorgarle a sus habitantes las condiciones materiales sin las cuales no sólo no habría mercado sino mucho menos política y participación democrática.
La política macroeconómica puede ser todo lo exitosa que las cifras quieran, pero si el "chorreo" no se percibe con obra visible, la desconexión política de la población popular no se hará esperar. Y allí crecerán, como ya ocurrió antes, fundamentalismos disidentes, violentismos radicales y mesianismos populistas
Diario Correo 26 de agosto de 2003.
En la encuesta a nivel nacional de CPI que publica Correo -y que incluye por primera vez a la población rural- se aprecia con claridad incontestable el repunte de Alberto Fujimori. Encabeza la lista de los personajes políticos que despiertan mayor simpatía y es considerado el mejor gobernante de los últimos cinco que ha tenido el Perú.
Lo significativo, sin embargo, es que dicho respaldo es abrumador en las zonas rurales y en aquellas urbano-periféricas. ¿Acaso ello se explica por el asistencialismo rampante del fujimorismo, por los publicitados regalos de polos y comida? Verlo así no sólo sería injusto sino erróneo e impediría que se extraigan lecciones políticas importantes.
Si Fujimori guarda un enorme bolsón electoral en esas zonas es porque emprendió una política de inversión en infraestructura pública que nunca antes se llevó a cabo en el Perú. Postas médicas, colegios, caminos rurales, agua y desagüe, etc. fueron sembrados en lugares donde el Estado nunca antes se había hecho presente. El pueblo pide Estado, ese es su mayor reclamo.
No sería de extrañar, por ello, que el colapso del toledismo se deba en gran medida a haber desmontado esa política de inversión social de la década anterior confundiendo el uso perverso de regalos con la labor encomiable de organismos como Foncodes -algún día se reconocerá la labor de Alejandro Afuso en esa entidad- o la construcción de caminos rurales (que para un poblado menor equivale, en cuanto a impacto social y económico, a que en Lima se construyan tres vías expresas).
El manual de gobernabilidad de una nación como el Perú exige construir ciudadanías en las zonas populares y especialmente en las rurales. Eso pasa por otorgarle a sus habitantes las condiciones materiales sin las cuales no sólo no habría mercado sino mucho menos política y participación democrática.
La política macroeconómica puede ser todo lo exitosa que las cifras quieran, pero si el "chorreo" no se percibe con obra visible, la desconexión política de la población popular no se hará esperar. Y allí crecerán, como ya ocurrió antes, fundamentalismos disidentes, violentismos radicales y mesianismos populistas
Diario Correo 26 de agosto de 2003.
¿Transición? Para quién se la trabaja
Por Hugo Neyra
En la semana tuve la impresión de que desfilaba delante nuestro un cadáver político. El cadáver de la Transición Democrática. ¿Cómo se puede, sin embargo, estar muerto y gozar de buena salud? Ese es uno de nuestros misterios barrocos, una cosa puede ser esto y también su contrario. Y que no molesten los filósofos antiguos con su principio de no contradicción, escucho decir, eso será en otros lugares.
Que la Transición anda media difunta me vino a la cabeza escuchando a Mario Vargas Llosa frente a Althaus, en Canal N. El novelista no lo dijo así, es interpretación, pero más o menos eso, con esa carga de verdad monda y lironda que acostumbra y que destiempla a más de uno por su desconcertante sinceridad. "Anda mal la clase política", deja caer en la entrevista Althaus, creyendo acaso que Vargas Llosa le iba a seguir, ocurrió otra cosa, ahondó la crítica, "y el país, el país".
Y se me vino a la cabeza las cifras en las encuestas de opinión en las que crece Fujimori, y en efecto, unos días después los señores empresarios salieron diciendo que ya estaba bien de persecuciones, que casi no había ex ministro de Fujimori que no anduviera sin proceso judicial, y que cada quien tenía derecho a pensar lo que le pareciera, dislate al que Rosa María Palacios respondió con rostro de auténtico horror, "pero, señor, si no se juzgan opiniones sino delitos", no hubo respuesta. Nuestra televisión es así, rapidita y acelerada como el manejo combi, pero se le entiende todo.
El subconsciente tiene sus mañas, como diría Matilde, más o menos. El caso es que al día siguiente me hallaba muy tranquilo explicando ante un grupo de estudiantes avanzados la Transición post-franquista, y en general que era una Transición, es decir, la salida de un régimen cerrado a uno abierto, salida pacífica, Franco se murió en su cama, y salida pactada, negociada.
Como el curso debe seguir con otros casos de Transiciones (hay la tira, sólo en la América Latina como trece, más las de Europa del Este postcomunista) intenté un esquema general. Tres características las distinguen, me escucho decir. La primera, los que gobiernan se dan cuenta de que no pueden seguir (Gorvachov y la Perestroika es el caso ejemplar).
La segunda es la práctica del consenso en la clase política, y hay que ver cómo los políticos españoles se manejan, al enfrentarse sin romper. La tercera es la voluntad del pueblo, su nivel de conciencia, o sea, las ganas de dejar algo atrás, pero de verdad. La tarde se filtraba con la luz de un verano tardío de estos días limeños y acaso eso ocultó mi desasosiego, pues mientras enunciaba esas tres reglas me daba cuenta de que mucho cojea la nuestra. Lo del consensus aquí no se entiende, creen que es melcocha o nada.
Consensual es reconocer que el otro merece mis respetos pero igual debato. Si hubiera consenso, nadie se sorprendería de que Alan García visite al presidente Toledo, ni habría cuestión de si Lourdes se queda o no en el Acuerdo. En fin, la tercera regla, la voluntad popular para una Transición, y quien la expresa.
La salida del comunismo en el Este europeo fue popular, incluyendo a los comunistas. Y en el caso de España, a la muerte del caudillo, una inmensa mayoría de españoles reconocen los méritos de la era franquista, o sea, paz social y progreso material, pero votan por un sistema de libertades. Al franquismo lo entierran sus herederos, el propio monarca, Juan Carlos I, e industriales y clases medias y populares nacidas del sistema. Un franquismo sin Franco, aunque reciclado, corre en la vena más legitimista de la España actual.
Y en esto que, en el panorama de estos días, nos ocurre dos sonados sucesos. Por una parte, la huelga del Sutep, en la que se puede intuir razonablemente ciertos apegos, tipo izquierda más que radical de los años ochenta. Por la otra, la llegada de Keiko Sofía, o sea, el fujimorismo que da la cara y se pone a derecho. Vaya, me dije. ¿Qué pasa si ahora estos dos invitados de piedra de la Transición piden su lugar en la escena política?
Los partidos políticos han estado jugando a electorados fijos, como si todo estuviera pesado y medido. ¿Qué pasa si aparece un senderismo sin fusiles y un fujimorismo sin videos? En una democracia, los partidos del descontento si son pacíficos son legítimos, con más razón en un proceso de Transición. Claro, por ahora de los arrepentidos senderistas no ha salido crítica alguna a su pasado de crímenes ni en la otra vertiente del delito, en el fujimorismo, nadie se ha dado golpes de pecho por los robos. Pero puede que eso venga.
Entonces los actuales partidos democráticos, sentados hasta ahora en el balcón de las expectativas, casi burgueses al lado de los de la emergencia fujisenderista, y en espera de heredar a Toledo y a Perú Posible, tendrán contendores en el seno mismo del pueblo, como se decía en otras épocas. En política, nadie sabe para quien trabaja. En suma, la ola de huelgas de estos días es asunto de todo el sistema, de toda la clase política. Fuera del recinto sagrado de los que se batieron están los otros. Acampando.
La República, 17 de mayo del 2003.
En la semana tuve la impresión de que desfilaba delante nuestro un cadáver político. El cadáver de la Transición Democrática. ¿Cómo se puede, sin embargo, estar muerto y gozar de buena salud? Ese es uno de nuestros misterios barrocos, una cosa puede ser esto y también su contrario. Y que no molesten los filósofos antiguos con su principio de no contradicción, escucho decir, eso será en otros lugares.
Que la Transición anda media difunta me vino a la cabeza escuchando a Mario Vargas Llosa frente a Althaus, en Canal N. El novelista no lo dijo así, es interpretación, pero más o menos eso, con esa carga de verdad monda y lironda que acostumbra y que destiempla a más de uno por su desconcertante sinceridad. "Anda mal la clase política", deja caer en la entrevista Althaus, creyendo acaso que Vargas Llosa le iba a seguir, ocurrió otra cosa, ahondó la crítica, "y el país, el país".
Y se me vino a la cabeza las cifras en las encuestas de opinión en las que crece Fujimori, y en efecto, unos días después los señores empresarios salieron diciendo que ya estaba bien de persecuciones, que casi no había ex ministro de Fujimori que no anduviera sin proceso judicial, y que cada quien tenía derecho a pensar lo que le pareciera, dislate al que Rosa María Palacios respondió con rostro de auténtico horror, "pero, señor, si no se juzgan opiniones sino delitos", no hubo respuesta. Nuestra televisión es así, rapidita y acelerada como el manejo combi, pero se le entiende todo.
El subconsciente tiene sus mañas, como diría Matilde, más o menos. El caso es que al día siguiente me hallaba muy tranquilo explicando ante un grupo de estudiantes avanzados la Transición post-franquista, y en general que era una Transición, es decir, la salida de un régimen cerrado a uno abierto, salida pacífica, Franco se murió en su cama, y salida pactada, negociada.
Como el curso debe seguir con otros casos de Transiciones (hay la tira, sólo en la América Latina como trece, más las de Europa del Este postcomunista) intenté un esquema general. Tres características las distinguen, me escucho decir. La primera, los que gobiernan se dan cuenta de que no pueden seguir (Gorvachov y la Perestroika es el caso ejemplar).
La segunda es la práctica del consenso en la clase política, y hay que ver cómo los políticos españoles se manejan, al enfrentarse sin romper. La tercera es la voluntad del pueblo, su nivel de conciencia, o sea, las ganas de dejar algo atrás, pero de verdad. La tarde se filtraba con la luz de un verano tardío de estos días limeños y acaso eso ocultó mi desasosiego, pues mientras enunciaba esas tres reglas me daba cuenta de que mucho cojea la nuestra. Lo del consensus aquí no se entiende, creen que es melcocha o nada.
Consensual es reconocer que el otro merece mis respetos pero igual debato. Si hubiera consenso, nadie se sorprendería de que Alan García visite al presidente Toledo, ni habría cuestión de si Lourdes se queda o no en el Acuerdo. En fin, la tercera regla, la voluntad popular para una Transición, y quien la expresa.
La salida del comunismo en el Este europeo fue popular, incluyendo a los comunistas. Y en el caso de España, a la muerte del caudillo, una inmensa mayoría de españoles reconocen los méritos de la era franquista, o sea, paz social y progreso material, pero votan por un sistema de libertades. Al franquismo lo entierran sus herederos, el propio monarca, Juan Carlos I, e industriales y clases medias y populares nacidas del sistema. Un franquismo sin Franco, aunque reciclado, corre en la vena más legitimista de la España actual.
Y en esto que, en el panorama de estos días, nos ocurre dos sonados sucesos. Por una parte, la huelga del Sutep, en la que se puede intuir razonablemente ciertos apegos, tipo izquierda más que radical de los años ochenta. Por la otra, la llegada de Keiko Sofía, o sea, el fujimorismo que da la cara y se pone a derecho. Vaya, me dije. ¿Qué pasa si ahora estos dos invitados de piedra de la Transición piden su lugar en la escena política?
Los partidos políticos han estado jugando a electorados fijos, como si todo estuviera pesado y medido. ¿Qué pasa si aparece un senderismo sin fusiles y un fujimorismo sin videos? En una democracia, los partidos del descontento si son pacíficos son legítimos, con más razón en un proceso de Transición. Claro, por ahora de los arrepentidos senderistas no ha salido crítica alguna a su pasado de crímenes ni en la otra vertiente del delito, en el fujimorismo, nadie se ha dado golpes de pecho por los robos. Pero puede que eso venga.
Entonces los actuales partidos democráticos, sentados hasta ahora en el balcón de las expectativas, casi burgueses al lado de los de la emergencia fujisenderista, y en espera de heredar a Toledo y a Perú Posible, tendrán contendores en el seno mismo del pueblo, como se decía en otras épocas. En política, nadie sabe para quien trabaja. En suma, la ola de huelgas de estos días es asunto de todo el sistema, de toda la clase política. Fuera del recinto sagrado de los que se batieron están los otros. Acampando.
La República, 17 de mayo del 2003.
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